*Por Carlos Andrés Hurtado Díaz

En la vida de ser humano y las colectividades, los procesos de cerrar ciclos, momentos, épocas o historias
han sido estructurales para el crecimiento mismo de la humanidad y de la sociedad. Cuando no hay pasos posteriores, elaboración, palabra, acción, cambio, no hay transformación, ni avance, ni crecimiento personal, social, político, económico ni cultural; por el contrario, el devenir cuando no existen cierres, se instala y reinstala la enfermedad, la angustia, el dolor, la repetición patológica, la condición y tendencia al conflicto y la violencia social.

Es común escuchar la importancia de aprovechar las crisis para la invención de nuevas oportunidades y de cambios. La subjetividad actual nos tiene pasando por una pandemia que sigue enfermando y matando, caben aquí algunos interrogantes: ¿Aún el dolor y la muerte actual, el ser ha logrado reinventarse, transformarse, cambiar? ¿el ser humano y la sociedad han aprendido a ser mejores? ¿la enfermedad que puede prevenirse y el conflicto social ha disminuido? Las confrontaciones dolorosas con la enfermedad y la muerte han movilizado algunas transformaciones, sin embargo, aún nos queda mucho
por aprender, por fortalecer; la enfermedad vuelve y se instala y el conflicto y la muerte parece siguen en
victoria, pues el precio de no "querer" conocer y reconocer la fragilidad y los limites humanos en muchas
ocasiones es alto, no permite avanzar y lleva a la humanidad en estancamiento.

Por otra parte, pero en esta misma dirección de iniciar un nuevo camino, es para el ser humano fundamental los pasos que se pueden dar después de culminar procesos, posterior al alcance de un logro, es en esta lógica y dialéctica del antes de y después de, que el ser cargado y potenciado de nuevos saberes emprende una trayectoria de vida nueva que lo impulsa a ser mejor.

Si bien es cierto que la vida y la trama humana no deja de tener conflictos y retos, si se me preguntara cuál es la receta de la total felicidad y el total buen encuentro con el otro y consigo mismo, mi respuesta tendría que ser que no existe tal totalidad. Pero de lo que si estoy convencido es que cuando hayamos aprendido lo suficiente de nuestros errores y equivocaciones, cuando hayamos aprendido a tomar en cuenta los puntos débiles en nuestra personalidad, aumentará el número de casos de mejores seres humanos. Aumentarán los seres humanos que al re-conocerse comprendieron la importancia que tiene el elaborar vía la palabra, aprender y cerrar historias de vida, a impulsarse en nuevo caminar después de pandemias, dolores, violencias y conflictos, todo ello para el real crecimiento de lo humano y la sociedad.

*Docente Universidad Católica de Pereira.

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